lunes, febrero 09, 2009

Regresos

-Ven a verme.
La voz al otro extremo del teléfono se clavó en su cerebro removiendo mil sentimientos que creía enterrados y que resurgían cual zombies putrefactos desde un lejano pasado. ¿Acaso no estaba superado ese amor tóxico? ¿No había cambiado y dado un nuevo giro su vida? Y ahora bastaban una llamada y tres palabras para mandar la cordura al abismo. Ni siquiera un por favor, ni siquiera una excusa, una justificación, algo. Nada. Sólo el imperativo de su voz semi cavernosa, esa voz que le perdía y le seguía perdiendo. ¿Pero a dónde ir a buscarle? Hacía tanto que se había marchado... hacía tanto que le dejó destrozando su vida, su razón...
Si, iría a verle, le encontraría. ¿Cómo? No sabía. Dejándose guiar por ese instinto intoxicado que una y otra vez le había llevado a torturarse visitando los mausoleos de su amor. Hasta encontrarle, hasta poder confrontarle de nuevo y descargar ese manantial de odio macerado que como un zombie le carcomía ahora el cerebro.