miércoles, noviembre 23, 2005

Pasión

Aún sigo enamorado de tí, princesa, de tus ojos color de humo, de tu figura ardiente, de tus cabellos de fuego. Ah, pequeña mía, lo que daría por abrazarte de nuevo e incendiar una vez más tu corazón. Pero ya se sabe que los humanos no soportan el ardiente amor de los dragones.