Un banco de pino verde
Dicen en el pueblo que de los árboles ya habían caído varias veces las hojas, y la lluvia y el sol habían jugado innumerables ocasiones a perseguirse, y que en una de esas tardes de lluvia repentina el jefe de estación la invitó a tomar un café, al que se sucedieron muchos otros que lentamente le llenaron las tardes muertas.Y dicen en el pueblo que un buen día se casaron, por lo que el día que el caminante volvió sólo halló en la estación un solitario banco de pino verde.