Tortura china
plinc... plinc... plinc...Oigo el lento gotear, tan desesperante, y de nuevo aporreo rabiosamente la puerta. Pateo los muebles y rompo los platos en mi furia, pero el sonido es persistente. El maldito goteo que me vuelve loco, tu maldita venganza que me tortura, y sigo sin lograr abrir esa miserable puerta tras la que te resguardas, tras la que tus venas exangües han soltado hace horas su contenido que ahora se filtra lentamente por el techo de la sala produciendo ese insufrible goteo que me arranca la razón.