jueves, diciembre 07, 2006

Nada cambia

Recuerdo a mi abuelo, siempre despotricando contra el mundo cuando leía el diario, siempre escribiendo cartas airadas a las editoriales para manifestar su opinión, que creía más importante que la del resto de los mortales.
También recuerdo a mi padre, llamando cada noche a esas insoportables estaciones de radio para opinar sobre casi cualquier tema, y ofendiéndose cuando no le reconocían o recordaban los locutores, pues el resto de los mortales debían ser iluminados por su claridez y sapiencia.
Pobres viejos... tanta necesidad de comunicarse, tanto aislamiento... Y tanta energía gastada que no les servía de nada. Pero en mi caso es distinto, yo no voy a seguir sus pasos, yo no me siento aislado e incomunicado. Y yo si tengo cosas importantes qué decir y el medio para dar a conocer mis ideas que iluminan a los demás. Por eso es que he abierto mi blog, y se que en poco tiempo seré uno de los más visitados.