jueves, noviembre 15, 2007

Tercer mundo

Es el dolor, el dolor que no se va, que atenaza mi pecho cada que toso, cada que inspiro. Y el silbido que sale del fondo de mis pulmones que indica que algo no está del todo bien. ¡Como si no lo supiera! Como si no fuese suficiente aviso ese rosetón rojo que ha ido creciendo en mi costado, esa sensación de estarme quemando por dentro, no con la suficiente fuerza, no con la suficiente rapidez. Y al rededor esta selva asfixiante, esta selva con olor a podredumbre como la de todo lo que me rodea. Maldita sea la hora en que me convertí en hombre lobo en esta república bananera, maldita la hora en que estos estúpidos cazadores decidieron usar balas de plata adulterada. ¡Eso no pasa en el primer mundo!