lunes, diciembre 24, 2007

Rudolph

Te lo contaron todo mal, debidamente edulcorado y sanitizado, como de costumbre. Y te tragaste tal cual el relato, llevado por la simpatía que produce en tí el síndrome del patito feo, el identificarte con el marginado, con el otro. Pero vamos, es que la historia no iba así ni de broma. Para empezar, Rudolph no era satirizado por tener la nariz brillante y roja, sino que no se le tenía mucha confianza por su gran afición a la bebida, de ahí que siempre estuviese carmesí su nariz. Y si han recurrido a él aquella noche es porque no quedaba ningún reno de guardia que conociese medianamente la ruta, además de la experiencia de Rudolph para llegar sano y salvo detectando a último momento los obstáculos y sorteándolos enmedio de las eses de su camino. Así que ya ves, por eso es que no dejo leche y galletas, sino pretzels y tequila.