miércoles, febrero 08, 2006

La noche más oscura

El ciego pasaba los dedos con fruición sobre su piel, como descifrando una historia secreta que solo el tacto le develaba. Parecía leer cada línea, cada arruga, la cicatriz más insignificante. Y besaba con ternura aquellas que misteriosamente adivinaba como las más dolorosas. Al arrullo de sus caricias sintió que renacía, que aquella vida miserable tal vez valía la pena, después de todo. Y que la prostitución no era ni por mucho la peor de las suertes. Sintió la sutileza de esas manos que le daban una segunda oportunidad, que le hablaban de la dignidad de su vida, del entendimiento de su esfuerzo por salir adelante. Esa noche no salió a por ningún otro cliente, la pasó en los brazos de quien podía ver en su interior.