Verdades como puños, palabras como piedras
Ella me lanzó sus sentimientos al rostro, así, sin miramientos, sin anestesia. Me los tiró en plena cara como un puñado de piedras que me hicieron retroceder aturdido, asustado. No supe qué contestar ante semejante agresión, ante la violencia de sus sentimientos desnudos. Me retiré de ahí en cuanto pude, sin poder asimilar lo que me había dicho, abofeteado por la seguridad de sus palabras:-Te amo.
Aún sangro al recordarlas.